sábado, 21 de marzo de 2020

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Hoy, 21 de marzo, es el Día Mundial de la Poesía. Os invito a que elijáis un poema del blog Un poema cada día, lo copiéis y lo enviéis para compartirlo –a través de los comentarios– con el resto de compañeros de ESO y Bachillerato a lo largo de la semana que viene.
Os dejo yo el primero: se titula "Llamada" y pertenece al libro Vuelavoz, de Álvaro Tato, que he publicado en el blog de poesía esta tarde.

Que me quemo, 
flor de fuego.

Deja abiertos
los jardines
de tu cuerpo,
que me quemo.

Deja al viento
tejer redes
por mi sueño,
que me quemo.

Deja al tiempo,
tu futuro 
jardinero,
podar ramas
en secreto,
alzar vallas,
talar cuerpos,
cavar pozos
de silencio;
arde ahora
que me quemo.

Que me quemo,
flor de fuego.

Álvaro Tato
(Vuelavoz, 2017)

*Los poemas que enviáis a los comentarios no se publican automáticamente: debo autorizarlos yo una vez que los he recibido.

29 comentarios:

  1. Yo he escogido el poema "Las caricias"

    ¡Qué música del tacto
    las caricias contigo!
    ¡Qué acordes tan profundos!
    ¡Qué escalas de ternuras,
    de durezas, de goces!
    Nuestro amor silencioso
    y oscuro nos eleva
    a las eternas noches
    que separan altísimas
    los astros más distantes.
    ¡Qué música del tacto
    las caricias contigo!

    Manuel Altolaguirre
    (Soledades juntas, 1931)

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  2. Aires süaves que, mirando atentos,
    escucháis la ocasión de mis cuidados,
    mientras que la triste alma, acompañados
    con lágrimas, os cuenta sus tormentos,

    así alegres veáis los elementos,
    y, en lugares do estáis enamorados,
    las hojas y los ramos delicados
    os respondan con mil dulces acentos.

    De lo que he dicho aquí, palabra fuera
    de entre estos valles salga a do sospecha
    pueda jamás causarme aquella fiera.

    Yo deseo callar; mas ¿qué aprovecha?
    Que la vida, que ya se desespera,
    para tanto dolor es casa estrecha.

    Gutierre de Cetina
    (1520-1557)

    Un saludo:Maria 1A

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  3. Tristes guerras
    si no es amor la empresa.
    Tristes. Tristes.

    Tristes armas
    si no son las palabras.
    Tristes. Tristes.

    Tristes hombres
    si no mueren de amores.
    Tristes. Tristes.

    Miguel Hernández
    (Cancionero y romancero de ausencias, 1938-1941)

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  4. No quiero
    para mañana un reloj
    que marque el tiempo;
    quiero despertar, a solas
    con la sombra de tus dedos,
    caricias en lontananza
    de un sueño apenas deshecho.
    Así sentirte, dormida,
    en casi un sueño despierto,
    saber que estás
    sin que esté
    mi corazón cara al viento.

    Marina Romero
    (Poemas A, 1935)

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  5. Iman 4A
    Yo he escogido este poema "Esta imagen de ti"

    Estabas a mi lado
    y más próxima a mí que mis sentidos.

    Hablabas desde dentro del amor,
    armada de su luz.
    Nunca palabras
    de amor más puras respirara.

    Estaba tu cabeza suavemente
    inclinada hacia mí.
    Tu largo pelo
    y tu alegre cintura.
    Hablabas desde el centro del amor,
    armada de su luz,
    en una tarde gris de cualquier día.

    Memoria de tu voz y de tu cuerpo
    mi juventud y mis palabras sean
    y esta imagen de ti me sobreviva.

    José Ángel Valente
    (La memoria y los signos, 1966)

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  6. Fareda 4A

    Yo he elegido este poema "Aquí Madrid, mil novecientos"

    Aquí Madrid, mil novecientos
    cincuenta y cuatro: un hombre solo.

    Un hombre lleno de febrero,
    ávido de domingos luminosos,
    caminando hacia marzo paso a paso,
    hacia el marzo del viento y de los rojos
    horizontes —y la reciente primavera
    ya en la frontera del abril lluvioso...—

    Aquí, Madrid, entre tranvías
    y reflejos, un hombre: un hombre solo.

    —Más tarde vendrá mayo y luego junio,
    y después julio y, al final, agosto—.

    Un hombre con un año para nada
    delante de su hastío para todo.

    Ángel González
    (Áspero mundo, 1956)


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  7. Alejandro 4A


    Yo he escogido El Prisionero de Rafael Alberti

    Carcelera, toma la llave,
    que salga el preso a la calle.

    Que vean sus ojos los campos
    y, tras los campos, los mares,
    el sol, la luna y el aire.

    Que vean a su dulce amiga,
    delgada y descolorida,
    sin voz, de tanto llamarle.

    Que salga el preso a la calle.

    Rafael Alberti
    (El alba del alhelí, 1927)

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  8. Adriana 4A
    Compañera de hoy, no quiero
    otra verdad que la tuya, vivir
    donde crezcan tus ojos,
    dando tu luz, tu cauce
    a lo que veo y siento...

    Deshacer ese ovillo
    oscuro del temor,
    encontrar lo perdido,
    quebrar la voz del sueño...

    Y lenta, lentamente
    aprender a vivir,
    de nuevo, de nuevo,
    como en una mañana
    cargada de riqueza.

    Alfredo Costafreda
    (Compañera de hoy, 1966)

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  9. Juliana Molina 4A
    Yo he escogido "compañera de hoy"
    Compañera de hoy, no quiero
    otra verdad que la tuya, vivir
    donde crezcan tus ojos,
    dando tu luz, tu cauce
    a lo que veo y siento...

    Deshacer ese ovillo
    oscuro del temor,
    encontrar lo perdido,
    quebrar la voz del sueño...

    Y lenta, lentamente
    aprender a vivir,
    de nuevo, de nuevo,
    como en una mañana
    cargada de riqueza.

    Alfredo Costafreda
    (Compañera de hoy, 1966)

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  10. Darío Márquez 4a

    Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
    botón de pensamiento que busca ser la rosa;
    se anuncia con un beso que en mis labios se posa
    al abrazo imposible de la Venus de Milo.

    Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
    los astros me han predicho la visión de la Diosa;
    y en mi alma reposa la luz como reposa
    el ave de la Luna sobre un lago tranquilo.

    Y no hallo en mí sino la palabra que huye,
    la iniciación melódica que de la flauta fluye
    y la barca del sueño que en el espacio boga;

    y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
    el sollozo continuo del chorro de la fuente
    y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.

    Rubén Darío
    (Prosas profanas, 1896)

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  11. Te salgo a buscar,
    quimera,
    mariposa de papel.
    Te pienso seguir buscando
    la vida entera.
    Soy un pescador
    de sueños,
    soy un catador de auroras,
    no cuento más que con mi empeño
    y esta pluma voladora.
    La vida cantando nubes,
    buscando que el cielo rime,
    dejando en la hoja en blanco
    cicatrices que el tiempo imprime.

    Jorge Drexler
    (Salvavidas de hielo, 2017)

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  12. Esta imagen de ti-Elsa 4ºA

    Estabas a mi lado
    y más próxima a mí que mis sentidos.

    Hablabas desde dentro del amor,
    armada de su luz.
    Nunca palabras
    de amor más puras respirara.

    Estaba tu cabeza suavemente
    inclinada hacia mí.
    Tu largo pelo
    y tu alegre cintura.
    Hablabas desde el centro del amor,
    armada de su luz,
    en una tarde gris de cualquier día.

    Memoria de tu voz y de tu cuerpo
    mi juventud y mis palabras sean
    y esta imagen de ti me sobreviva.

    José Ángel Valente
    (La memoria y los signos, 1966)

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  13. Dayana Gómez 4A
    Yo he escogido Alabada.
    Despiértate. La cama está más fría
    y las sábanas sucias en el suelo.
    Por los montantes de la galería
    llega el amanecer,
    con su color de abrigo de entretiempo
    y liga de mujer.

    Despiértate pensando vagamente
    que el portero de noche os ha llamado.
    Y escucha en el silencio: sucediéndose
    hacia lo lejos, se oyen enronquecer
    los tranvías que llevan al trabajo.
    Es el amanecer.

    Irán amontonándose las flores
    cortadas, en los puestos de las Ramblas,
    y silbarán los pájaros –cabrones–
    desde los plátanos, mientras que ven volver
    la negra humanidad que va a la cama
    después de amanecer.

    Acuérdate del cuarto en que has dormido.
    Entierra la cabeza en las almohadas,
    sintiendo aún la irritación y el frío
    que da el amanecer
    junto al cuerpo que tanto nos gustaba
    en la noche de ayer,

    y piensa en que debieses levantarte.
    Piensa en la casa todavía oscura
    donde entrarás para cambiar de traje,
    y en la oficina, con sueño que vencer,
    y en muchas otras cosas que se anuncian
    desde el amanecer.

    Aunque a tu lado escuches el susurro
    de otra respiración. Aunque tú busques
    el poco de calor entre sus muslos
    medio dormido, que empieza a estremecer.
    Aunque el amor no deje de ser dulce
    hecho al amanecer.

    —Junto al cuerpo que anoche me gustaba
    tanto desnudo, déjame que encienda
    la luz para besarse cara a cara,
    en el amanecer.
    Porque conozco el día que me espera,
    y no por el placer.

    Jaime Gil de Biedma
    (Moralidades, 1966)

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  14. Yo he elegido el poema Albada
    Despiértate. La cama está más fría
    y las sábanas sucias en el suelo.
    Por los montantes de la galería
    llega el amanecer,
    con su color de abrigo de entretiempo
    y liga de mujer.

    Despiértate pensando vagamente
    que el portero de noche os ha llamado.
    Y escucha en el silencio: sucediéndose
    hacia lo lejos, se oyen enronquecer
    los tranvías que llevan al trabajo.
    Es el amanecer.

    Irán amontonándose las flores
    cortadas, en los puestos de las Ramblas,
    y silbarán los pájaros –cabrones–
    desde los plátanos, mientras que ven volver
    la negra humanidad que va a la cama
    después de amanecer.

    Acuérdate del cuarto en que has dormido.
    Entierra la cabeza en las almohadas,
    sintiendo aún la irritación y el frío
    que da el amanecer
    junto al cuerpo que tanto nos gustaba
    en la noche de ayer,

    y piensa en que debieses levantarte.
    Piensa en la casa todavía oscura
    donde entrarás para cambiar de traje,
    y en la oficina, con sueño que vencer,
    y en muchas otras cosas que se anuncian
    desde el amanecer.

    Aunque a tu lado escuches el susurro
    de otra respiración. Aunque tú busques
    el poco de calor entre sus muslos
    medio dormido, que empieza a estremecer.
    Aunque el amor no deje de ser dulce
    hecho al amanecer.

    —Junto al cuerpo que anoche me gustaba
    tanto desnudo, déjame que encienda
    la luz para besarse cara a cara,
    en el amanecer.
    Porque conozco el día que me espera,
    y no por el placer.

    Jaime Gil de Biedma
    (Moralidades, 1966)

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  15. Octavio Paz – “Dos cuerpos”

    Dos cuerpos frente a frente
    son a veces dos olas
    y la noche es océano.

    Dos cuerpos frente a frente
    son a veces dos piedras
    y la noche desierto.

    Dos cuerpos frente a frente
    son a veces raíces
    en la noche enlazadas.

    Dos cuerpos frente a frente
    son a veces navajas
    y la noche relámpago.

    Dos cuerpos frente a frente
    son dos astros que caen
    en un cielo vacío.

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  16. Compañera de hoy/Christian Fernández Borja 4A

    Compañera de hoy,no quiero
    otra verdad que la tuya,vivir
    donde crezcan tus ojos,
    dando tu luz,tu cauce
    a la que veo y siento...

    Deshacer ese ovillo
    oscuro del temor,
    encontrar lo perdido,
    quebrar la voz del sueño...

    Y lenta,lentamente
    aprender a vivir,
    de nuevo,de nuevo,
    como en una mañana
    cargada de riquezas.

    Alfredo Castafreda
    (Compañera de hoy,1966)

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  17. Todo es nuevo quizá para nosotros.
    El sol claroluciente, el sol de puesta,
    muere; el que sale es más brillante y alto
    cada vez, es distinto, es otra nueva
    forma de luz, de creación sentida.
    Así cada mañana es la primera.
    Para que la vivamos tú y yo solos,
    nada es igual ni se repite. Aquella
    curva, de almendros florecidos suave,
    ¿tenía flor ayer? El ave aquella,
    ¿no vuela acaso en más abiertos círculos?
    Después de haber nevado el cielo encuentra
    resplandores que antes eran nubes.
    Todo es nuevo quizá. Si no lo fuera,
    si en medio de esta hora las imágenes
    cobraran vida en otras, y con ellas
    los recuerdos de un día ya pasado
    volvieran ocultando el de hoy, volvieran
    aclarándolo, sí, pero ocultando
    su claridad naciente, ¿qué sorpresa
    le daría a mi ser, qué devaneo,
    qué nueva luz o qué labores nuevas?
    Agua de río, agua de mar; estrella
    fija o errante, estrella en el reposo
    nocturno. Qué verdad, qué limpia escena
    la del amor, que nunca ve en las cosas
    la triste realidad de su apariencia.

    Claudio Rodríguez
    (Don de la ebriedad, 1953)

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  18. Itziar1D.No volveré a ser joven.

    Que la vida iba en serio
    uno lo empieza a comprender más tarde
    - como todos los jóvenes,yo vine
    a llevarme la vida por delante.

    Dejar huella quería
    y marcharme entre aplausos
    - envejecer,morir,eran tan solo
    las dimensiones del teatro.

    Pero ha pasado el tiempo
    y la verdad desagradable asoma:
    envejecer,morir,
    es el único argumento de la obra.


    Jaime Gil de Biedma," Poemas póstumos"
    (1968)

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  19. He andado muchos caminos,
    he abierto muchas veredas;
    he navegado en cien mares,
    y atracado en cien riberas.
    En todas partes he visto
    caravanas de tristeza,
    soberbios y melancólicos
    borrachos de sombra negra,
    y pedantones al paño
    que miran, callan, y piensan
    que saben, porque no beben
    el vino de las tabernas.
    Mala gente que camina
    y va apestando la tierra...
    Y en todas partes he visto
    gentes que danzan o juegan,
    cuando pueden, y laboran
    sus cuatro palmos de tierra.
    Nunca, si llegan a un sitio,
    preguntan a dónde llegan.
    Cuando caminan, cabalgan
    a lomos de mula vieja,
    y no conocen la prisa
    ni aun en los días de fiesta.
    Donde hay vino, beben vino;
    donde no hay vino, agua fresca.
    Son buenas gentes que viven,
    laboran, pasan y sueñan,
    y en un día como tantos,
    descansan bajo la tierra.

    Antonio Machado
    (Soledades, galerías y otros poemas, 1907)

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  20. La cama está dispuesta,
    blancas las sábanas,
    y un cuerpo se me ofrece
    para el amor.
    Abramos la ventana,
    entren calor y noche,
    y el ruido del mundo
    sea solo el ruido
    del placer.
    Que no hay felicidad
    tan repetida y plena
    como pasar la noche,
    romper la madrugada,
    con un ardiente cuerpo.
    Con un oscuro cuerpo,
    de quien nada conozco
    sino su juventud.

    Francisco Brines
    (Insistencias en Luzbel, 1977)

    Ivan Hernandez 4ºA

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  21. Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra solo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos.

    Leopoldo María Panero
    (Así se fundó Carnaby Street, 1970)

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  22. HAMZA 4ºA ,EL TÍTULO DEL POEMA ES: EN EL TIEMPO QUE ME VI

    En el tiempo que me vi
    más alegre y placentero,
    encontré con un palmero
    que me habló y dijo así:
    –¿Dónde vas, el caballero?
    ¿Dónde vas, triste de ti?
    Muerta es tu linda amiga,
    muerta es, que yo la vi;
    las andas en que ella iba
    de luto las vi cubrir,
    duques, condes la lloraban
    todos por amor de ti;
    dueñas, damas y doncellas
    llorando dicen así:
    –¡Oh triste del caballero
    que tal dama pierde aquí!

    Anónimo
    (Siglo XV)

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  23. TODO ASUSTA/Andres 1D
    Hago versos señores,hago versos,
    pero no me gusta que me llamen poetisa,
    me gusta el vino como a los albañiles,
    y tengo una asistenta que habla sola.
    Este mundo resulta muy divertido,
    pasan cosas señores que no expongo,
    se dan casos,aunque nunca se dan casas
    a los pobres que no pueden dar traspaso.

    Sigue habiendo solteras con su perro,
    sigue habiendo casados con querida
    a los despotas duros nadie les dice nada,
    y leemos que hay muertos y pasamos la hoja,
    y nos pisan el cuello y nadie se levanta,
    y nos odia la gente y decimos:¡la vida!

    Esto pasa señores y yo debo decirlo.

    GLORIA FUERTES

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  24. zoe
    Yo he elegido el poema Albada
    Despiértate. La cama está más fría
    y las sábanas sucias en el suelo.
    Por los montantes de la galería
    llega el amanecer,
    con su color de abrigo de entretiempo
    y liga de mujer.

    Despiértate pensando vagamente
    que el portero de noche os ha llamado.
    Y escucha en el silencio: sucediéndose
    hacia lo lejos, se oyen enronquecer
    los tranvías que llevan al trabajo.
    Es el amanecer.

    Irán amontonándose las flores
    cortadas, en los puestos de las Ramblas,
    y silbarán los pájaros –cabrones–
    desde los plátanos, mientras que ven volver
    la negra humanidad que va a la cama
    después de amanecer.

    Acuérdate del cuarto en que has dormido.
    Entierra la cabeza en las almohadas,
    sintiendo aún la irritación y el frío
    que da el amanecer
    junto al cuerpo que tanto nos gustaba
    en la noche de ayer,

    y piensa en que debieses levantarte.
    Piensa en la casa todavía oscura
    donde entrarás para cambiar de traje,
    y en la oficina, con sueño que vencer,
    y en muchas otras cosas que se anuncian
    desde el amanecer.

    Aunque a tu lado escuches el susurro
    de otra respiración. Aunque tú busques
    el poco de calor entre sus muslos
    medio dormido, que empieza a estremecer.
    Aunque el amor no deje de ser dulce
    hecho al amanecer.

    —Junto al cuerpo que anoche me gustaba
    tanto desnudo, déjame que encienda
    la luz para besarse cara a cara,
    en el amanecer.
    Porque conozco el día que me espera,
    y no por el placer.

    Jaime Gil de Biedma
    (Moralidades, 1966)

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  25. Tatiana Paz 4°A

    Compañera de hoy, no quiero
    otra verdad que la tuya, vivir
    donde crezcan tus ojos,
    dando tu luz, tu cauce
    a lo que veo y siento...

    Deshacer ese ovillo
    oscuro del temor,
    encontrar lo perdido,
    quebrar la voz del sueño...

    Y lenta, lentamente
    aprender a vivir,
    de nuevo, de nuevo,
    como en una mañana
    cargada de riqueza.

    Alfredo Costafreda
    (Compañera de hoy, 1966)

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  26. Omar 1A
    El poema
    Aceituneros

    Andaluces de Jaén,
    aceituneros altivos,
    decidme en el alma: ¿quién,
    quién levantó los olivos?

    No los levantó la nada,
    ni el dinero, ni el señor,
    sino la tierra callada,
    el trabajo y el sudor.

    Unidos al agua pura
    y a los planetas unidos,
    los tres dieron la hermosura
    de los troncos retorcidos.

    Levántate, olivo cano,
    dijeron al pie del viento.
    Y el olivo alzó una mano
    poderosa de cimiento.

    Andaluces de Jaén,
    aceituneros altivos,
    decidme en el alma: ¿quién
    amamantó los olivos?

    Vuestra sangre, vuestra vida,
    no la del explotador
    que se enriqueció en la herida
    generosa del sudor.

    No la del terrateniente
    que os sepultó en la pobreza,
    que os pisoteó la frente,
    que os redujo la cabeza.

    Árboles que vuestro afán
    consagró al centro del día
    eran principio de un pan
    que sólo el otro comía.

    ¡Cuántos siglos de aceituna,
    los pies y las manos presos,
    sol a sol y luna a luna,
    pesan sobre vuestros huesos!

    Andaluces de Jaén,
    aceituneros altivos,
    pregunta mi alma: ¿de quién,
    de quién son estos olivos?

    Jaén, levántate brava
    sobre tus piedras lunares,
    no vayas a ser esclava
    con todos tus olivares.

    Dentro de la claridad
    del aceite y sus aromas,
    indican tu libertad
    la libertad de tus lomas.
    Es de Miguel Hernández

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